El Cuarto Pilar | El riesgo de la desatención en la normalización del divorcio: una mirada desde el Trabajo Social
En la actualidad, el divorcio ha dejado de ser un tabú y se reconoce cada vez más como parte de la dinámica social. Esta normalización es un signo de avance, pues refleja una sociedad que acepta la transformación de los vínculos y el derecho de cada persona a buscar su bienestar. Sin embargo, aceptar culturalmente el divorcio no puede llevarnos a la indiferencia ni a la desatención hacia quienes lo transitan.
Cada proceso de separación es único y, lejos de ser un simple trámite, suele implicar un duelo profundo que involucra pérdidas emocionales, incertidumbre social y económica, e incluso sentimientos de fracaso o miedo al futuro. La sensibilidad se vuelve imprescindible: reconocer que el divorcio no solo reorganiza rutinas, sino que remueve lo más íntimo de la experiencia humana.
Desde el Trabajo Social, el rol profesional es acompañar lo invisible, lo vulnerable, aquello que queda oculto tras la aparente "normalidad" del divorcio. Escuchar, reconocer emociones y brindar contención con paciencia y sensibilidad son prácticas esenciales. Cada persona atraviesa la separación a su propio ritmo, y la presión social por "superarlo rápido" hace aún más necesario un acompañamiento humano y empático.
Cuidar en estos contextos es un acto de respeto a la dignidad humana. Normalizar el divrocio no significa restar importancia al dolor que provoca. Por el contrario, exige garantizar atención personalizada, sostener sin juzgar y ofrecer espacios donde la escucha y la comprensión sean tan valiosas como los recursos materiales.
Solo así evitaremos que la normalización se transforme en invisibilidad, y podremos convertirla en una oportunidad de cuidado real y de reconstrucción personal.
Leire Lizarraga.-
Gran Canaria.
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